miércoles, 5 de octubre de 2011

Espero te desvanezcas pronto,
y dejes paso
a la tranquila indiferencia que fue
la rutina


Espero que esto sea suficiente
como pago 
por los servicios prestados: no es posible 
besar
a los ausentes
Qué tontería... Casi no he tenido ocasión de acercarme a ti y ya te has ido. Por decirlo de algún modo. Porque ¿qué es si no haberte convertido en tanto silencio?. El jueves, día clave para ti, día en el que todo cambia, me dices. Y te quiero preguntar qué pasó el jueves para marcharte de este modo, "que aquí no ha pasado nada", pero supongo (indiscreción aparte) que no responderías. Así que me quedo inconforme con otro trozo más de tu silencio. 

Invade el aire un olor a ridículo, a golpe fuerte de timidez, a tristeza.

Y sabe un poco amargo. Será algún tipo de infección melancólica que no consigo erradicar apelando a la lógica, al desconocimiento de tu persona: porque echo de menos lo que intuía de ti, la puerta entreabierta, las palabras, la música, la presencia impalpable, tantos besos casi prometidos.

Has sido el amor más rápido e inesperado de mi vida. Aún no he podido procesar la sorpresa de las sonrisas nuevas y ya has desaparecido. A lo mejor, en tu melancolía, te parece hermoso, y puede que lo sea; pero nunca tanto como pudo ser el descubrimiento tras la puerta. Bajo una manta. Sin prendas.

Una vez más, espero saber tirar la toalla, espero curarme a pesar de lo agridulce del ansia que no calmamos. La brevedad jugará a mi favor. O eso espero.