domingo, 11 de septiembre de 2011

Parece que cambia el tiempo. En los demás y en el aire. Algo en la rutina se modifica constantemente, causando mutaciones imperceptibles en la vida de cada cual, reescribiendo cada instante igual que caían las flores de Momo.

Esa evolución es relativa. Relativa e imperceptible, como digo. Quizá por eso sienta que mi tiempo se ha congelado. Quizá por eso me consideren extremadamente frío, sin capacidad de empatizar con nadie que no sea un animal. 


El caso es que no me importa. 








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